Tampoco la noche se rompe contra la lluvia, nadie fornica en los sueños: árboles, luna, trenes, los gatos con sus bigotes aromados de azafrán. Pregunto otras siete siempre siete veces ¿murió en el fondo, en las llagas de su charco, en su tristeza de nuncas? ¿dónde, tu diminuto, de heladísima piel anfibio?
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